sábado, 8 de octubre de 2011

Cuando el destino toma el papel de Dios en nuestra obra... (La vida...)


Antes de nada, partimos de un hecho: no soy creyente. Dese pequeño he estado rodeado de influencias religiosas por todas partes: en mi familia, mi colegio, sociedad... Por esa razón estoy tanto bautizado como comulgado, claro que todo esto ha ocurrido a expensas de mi conciencia y conocimiento. Ahora puedo hablar como una persona consciente de lo que dice, quien puede analizar por su propia cuenta todo lo que rodea y tomar la decisión sobre el "qué" creer o "qué" no creer. Por esa razón puedo afirmar rotundamente: no soy creyente, ni cristiano, ni judío ni islámico. Si bien no puedo negar la existencia de ningún ser superior (no tengo pruebas para ello, al igual que no existen pruebas para demostrar la misma), no veo coherente centrar mi fé en unas palabras que muchas veces resultan una controversia en comparación a los órganos que las defienden (véase el vaticano, por ejemplo). Independientemente de que los hechos narrados por los libros sagrados de cada religión resulten fantásticos y difíciles de creer para una razón mínimamente lógica, ese no es el centro de mi desacreditación hacia la religión, si no en sí la sociedad que la defiende. La religión defiende en muchos casos la ignorancia, la inocencia y una ilusión de un mundo muy diferente a aquel en el que vivimos. No estamos en una época muy dada para guiarnos por la fé... estamos en unos días en los que nuestros actos son mucho más importantes que nuestras creencias, y por ende nuestra realidad va más allá de toda religión posible.
Y bien, de ahí sale mi reflexión. A pesar de todo lo que diga, las personas solemos buscar un "algo" que esté por encima de todo. Algo que nos ayude a explicar el porqué de muchas cosas. ¿Por qué hemos nacido en España? ¿Por qué somos humanos y no animales? ¿Por qué existe la vida? ¿Por qué mañana tenemos que ir al instituto? Todo se puede responder con una sola palabra, la cuál toma en mi boca el mismo papel que el dios cristiano al que ya muchos adoran: determinismo. Cada cosa que pasa, cada acontecimiento, está determinado por un "algo", que ya lo había escrito (que pasaría así), nada está de la mano del azar o de la suerte. Y ese algo tiene nombre, por supuesto, se llama destino. El destino es precisamente la imagen de aquello que todo lo controla, todo lo crea y todo lo destruye. La muerte, la vida, la existencia en si... todo es parte del destino. Desde el mismo momento en el que nacemos nuestra vida está escrita, al igual que la muerte. Ahora mi diréis: Pero nosotros podemos decidir nuestros actos, nosotros podemos cambiar nuestro destino preescrito... error. El destino es como un árbol, con decenas (si no centenares) de ramificaciones. Cada una de esas ramificaciones es una decisión que tomas, la cual te lleva a un camino diferente al que estabas tomando por el momento, pero esa misma ramificación vuelve a convertirse en un tronco nuevo con sus pertinentes ramas. Cada rama es una decisión posible, y existe una para cada una de las posibilidades que existan... para cada uno de los caminos que podamos tomar. Todo ello está predeterminado, por muy complejo e imposible que parezca. Mi camino me lleva ahora a estar escribiendo esto, gracias a que soy una persona caviladora y que se cuestiona mil y una veces sobre las cosas, al igual que me llevará mañana a ir al instituto... pero por ejemplo, si yo a partir de mañana me convirtiera en un "gamberro" y tomara la decisión de saltarme las clases cuando me viniera en gana, saltar la valla y huir del instituto... simplemente estaría tomando un nuevo camino que me llevaría a un futuro diferente al que ya tenía.

Yo creo en esta realidad... yo creo en el destino, en efecto. Cuidado, esto no quiere decir que nosotros no tengamos una decisión propia sobre los pasos que seguir... el destino nos ofrece determinadas posibilidades, determinados caminos que ya nos llevarán a algún lado a otro, pero somos nosotros los que decidimos por cuál seguir. Todo está premeditado, que yo tienda a la escritura y a la filosofía, que tenga los amigos que tengo, que sea como soy... todo ello tiene un porqué, y la razón es porqué el destino así lo ha decidido. Creo en el determinismo, esa es mi guía y mi base, la de mis palabras. Si algo tiene que pasar... pasará. Si luchamos contra ello es porqué está escrito que lo hagamos... si vencemos en la lucha es porquçé ya estaba premeditado, y si no lo hacemos también. Todo conforma un ciclo vicioso de un camino que andamos, el de nuestra vida.

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