sábado, 8 de octubre de 2011

¡Democracia Real Ya! (Opinión)


Hoy en día no dejo de escuchar lo mismo en uno y otro país: "Vivimos en una democracia, tenemos el poder..." o "Hemos de acabar con estas dictaduras y transformarlas en democracias" o bien "Somos un país democrático, justo e igualitario"...
Democracia, si, todo democracia. Sacando el término de una enciclopedia online como es la wikipedia, podemos leer: "Democracia es una forma de organización de grupos de personas, cuya característica predominante es que la titularidad del poder reside en la totalidad de sus miembros, haciendo que la toma de decisiones responda a la voluntad colectiva de los miembros del grupo." Es decir, en pocas palabras, si el grupo de personas somos nostros, los españoles, la democracia debería otorgarnos el poder como pueblo que somos. Lo mismo debería aplicarse o bien a los franceses, a los ingleses... y un largo etcétera de estados que dicen ser democráticos. Sin embargo, pensemos un momento: ¿Realmente a nuestro alrededor existe alguna democracia verdadera? Actualmente, el concepto en nuestro día a día se limita a la elección de nuestro representante, nuestro presidente, aquel que (si, acompañado de unos pocos) toma las decisiones que cree correctas y necesarias. Nosotros le votamos por promesas ciegas, dejamos nuestra confianza en sus manos y de este modo nuestro destino al igual... ¿Pero acaso tenemos la verdadera capacidad de decidir que haga algo con él o bien que no lo haga? Obviamente no. Una vez está en el poder todo lo que podemos hacer es ponernos en su contra, y por mucho que hagamos para ese momento aquel que haya sido elegido ya se aferra al poder como una lapa... es decir, no lo va a soltar facilmente.

Cuando el destino toma el papel de Dios en nuestra obra... (La vida...)


Antes de nada, partimos de un hecho: no soy creyente. Dese pequeño he estado rodeado de influencias religiosas por todas partes: en mi familia, mi colegio, sociedad... Por esa razón estoy tanto bautizado como comulgado, claro que todo esto ha ocurrido a expensas de mi conciencia y conocimiento. Ahora puedo hablar como una persona consciente de lo que dice, quien puede analizar por su propia cuenta todo lo que rodea y tomar la decisión sobre el "qué" creer o "qué" no creer. Por esa razón puedo afirmar rotundamente: no soy creyente, ni cristiano, ni judío ni islámico. Si bien no puedo negar la existencia de ningún ser superior (no tengo pruebas para ello, al igual que no existen pruebas para demostrar la misma), no veo coherente centrar mi fé en unas palabras que muchas veces resultan una controversia en comparación a los órganos que las defienden (véase el vaticano, por ejemplo). Independientemente de que los hechos narrados por los libros sagrados de cada religión resulten fantásticos y difíciles de creer para una razón mínimamente lógica, ese no es el centro de mi desacreditación hacia la religión, si no en sí la sociedad que la defiende. La religión defiende en muchos casos la ignorancia, la inocencia y una ilusión de un mundo muy diferente a aquel en el que vivimos. No estamos en una época muy dada para guiarnos por la fé... estamos en unos días en los que nuestros actos son mucho más importantes que nuestras creencias, y por ende nuestra realidad va más allá de toda religión posible.

La razón y el corazón... (La vida...)



Son los dos pilares que deben predominar en toda vida: la razón (la mente) y el corazón (los sentimientos). Muchas veces me he cuestionado sobre cuál de los dos predomina sobre el otro, y he acabado llegando a una única respuesta: cada uno es capaz de decidirlo.
Es decir, hay gente que se dedica a vivir la vida a tope, con la búsqueda del sentimiento más poderoso como fin único. Estas personas actuan siguiendo las leyes de su corazón, que es quien dictamina esos sentimientos. Para ellos puede ser más importante llegar a experimentar el amor, el odio, la rabia, el éxtasis energético... que cualquier otra cosa. Pueden dejar su vida tirada, olvidada e ignorada... un sinfín de aspectos de la misma... pero mientras lleguen a centrarse en aquello que desean, aquello que sienten y aquello que buscan... les vendrá sin cuidado.
Sin embargo, también hay gente que toma la decisión de seguir a la razón por encima del corazón: esta es una decisión un tanto más frívola, difícil y... molesta o dolorosa, digamos. Este tipo de personas sienten las llamadas del corazón al igual que los anteriores, efectivamente, peroe llos son capaces de determinar la importancia de aquello que sienten. Si tienen que renunciar a ello por el bien propio o ajeno (ya sea presente o futuro) así deberán hacerlo, si tienen que dedicarse a ignorar todos aquellos sentimientos que les rodean solo por su bien... así lo harán. Ese es el poder de la razón, el poder de la lógica, saber cuando conviene algo y puede ser beneficioso y cuando puede no serlo.
Cada persona decide su camino... y yo tengo el mío. Todo lo demás no importa, ni siquiera a ti debería importarte cuál es el mío... únicamente cuestiónate: ¿Cuál es el tuyo?

Guerra de narcotráfico en Mexico... (Realidad/Actualidad)



"El poder corrompe". Esta es una afirmación muy común, la cual se puedes escuchar a menudo a lo largo de nuestros días. Es sorprendente pensar que ese "poder", ese "control". es una de las cosas que más fuerza tienen en el mundo... la influencia que tiene sobre el ser humano es capaz de llevarnos a hacer cosas impensables, de darnos los medios y las razones para hacerlas. Lo hemos podido ver a lo largo de la historia: en los nazis, los Yankees... todos los que han pasado por este exceso de poder han abusado de él y hecho cosas de las que probablemente, después se arrepintieron.
Estos días, en México, está ocurriendo algo parecido. El narcotráfico en este país es uno de los más desarrollados y con una influencia superior a la de otros. Esto provoca que las diferentes bandas que se disputan el control sobre determinadas zonas entren en conflicto, posesividad, cada uno toma como suyos esos lugares (para llegar a cabo sus trámites) y no duda en expulsar bruscamente a los que los invadan... los medios que usan para hacerlo no están atados a las leyes, ya sean jurídicas o morales. Todo esto está ocurriendo en nuestros días.